¿Leer y componer música?: ahora todo el mundo puede gracias a la tecnología
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La lectura musical implica la comprensión del texto musical (partitura) lo cual aporta una determinada información al músico. Tradicionalmente, se entendía que para que el texto musical en sí cobrara sentido eran necesarios toda una serie de conocimientos y destrezas que iban desarrollándose a través de horas y horas de estudio y dedicación. El resultado óptimo de este proceso era muy parecido a la imagen que podemos ver en la película “Amadeus” en la que Salieri se queda asombrado al “leer” una de las composiciones de Mozart. En este caso, Salieri no necesitó
de ningún medio que le ayudase a saber cómo sonaba aquello que dejó escrito su colega. Presumiblemente, los músicos son capaces de llegar a imaginar cómo suena la música impresa sin
necesidad de ningún medio que decodifique esta información. Por tanto, la lectura musical del código ha estado vetada durante años a personas especializadas u otras personas que, teniendo
ciertos manejos sobre rudimentos de teórica musical y técnica instrumental, utilizaban los instrumentos para “decodificar” la información plasmada en la partitura. En este último caso, esa
traducción se veía limitada por las destrezas técnicas instrumentales que presentase cada individuo, de forma que si ciertas composiciones adquirían alguna complejidad, los individuos tenían graves problemas para tocarlas y por tanto, para oír aquello que estaba escrito en la partitura. Actualmente aparecen nuevos medios que permiten que se reduzcan los costes cognitivos y las
habilidades necesarios para poder “decodificar” los símbolos musicales de una partitura y por tanto, traducir en sonido el código escrito. Todo esto se basa en la capacidad de la tecnología para poder ofrecer una sustitución a determinadas operaciones mentales que resultan complejas o imposibles de realizar por individuos sin la necesaria preparación