Geotransacciones
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La creación y mantenimiento de sistemas de información espacial se basa todavía de forma mayoritaria en el uso de sensores remotos y de fotointerpretación. Un método que resulta muy ineficiente por diversas causas: es periódico y por tanto la información solo llega al sistema de forma discreta; está limitado a obtener lo existente y por tanto no puede ver el futuro; sólo capta lo visible y todo lo demás hay que buscarlo en campo, dibujarlo en gabinete o extraerlo de ficheros de proyecto
informales; está sujeto a error porque no deja de ser una interpretación realizada por una persona mejor o peor entrenada; es muy ineficiente porque centraliza la construcción de un enorme volumen de datos en pequeños grupos especializados y por último volar, fotografiar y fotointerpretar es muy costoso. La alternativa debe cumplir dos premisas: en primer lugar debe ser colaborativa, es decir que todo agente competente para hacer un cambio territorial debe ser también competente para proponer una alteración del sistema de información, distribuyendo de esta forma las cargas económicas y de trabajo del proceso entre muchos agentes y asegurando la continuidad y sincronización entre el sistema y la realidad. En segundo lugar debe ser transaccional, es decir que la propuesta de cambio debe poder implementarse por un servicio espacial automatizado, asegurando la calidad, coherencia e integridad de la información resultante. Para materializar esta alternativa geotransaccional es preciso definir cuatro piezas: un lenguaje normalizado de descripción de elementos espaciales, un lenguaje normalizado de operación espacial, un gestor de transacciones espaciales y una base de datos capaz de albergar la información. Estas cuatro piezas se describen en la ponencia utilizando como ejemplo el programa de “Urbanismo en Red”, donde las geotransacciones se han implementado para mantener un sistema de planificación urbanística abierto, colaborativo y transaccional
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